jueves, 27 de marzo de 2008

Objeción de conciencia

Hace unos meses leí en el Periódico Escuela, a propósito de la manipuladora campaña llevada a cabo por filofascistas en contra de la asignatura Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos, una frase de José Luis San Fabián Maroto, de la Universidad de Oviedo, que da en el clavo:

"Somos las familias que creemos en la educación pública las que deberíamos objetar de pagar impuestos para financiar modelos de educación elitistas con dinero de todos."

Pues eso.

Miedos recurrentes

Hoy he soñado algo terrible. He soñado que una amiga a quien quiero mucho moría de una grave enfermedad. Ella me enviaba un correo electrónico para decirme que estaba grave, que le quedaba poco tiempo de vida, y yo, angustiada, le llamaba urgentemente. Recuerdo nuestra última conversación –telefónica- en el sueño.
Y recuerdo mi llanto sin parar mientras hablábamos y que, algo más tarde, me daban la noticia de su muerte. Y de nuevo, mi llanto infinito.
Me he levantado angustiada, sintiendo una profunda tristeza, y real, muy real.
No es la primera vez que sueño con la muerte de alguien. Creo que tengo mucho miedo a la muerte de l@s otr@s, de mis seres queridos. Bueno, no lo creo. Tengo pánico. Sólo de pensarlo me quedo fría, helada. Como ahora.
Y mi cabeza me lo recuerda de vez en cuando.
A veces odio a mi cabeza.

lunes, 17 de marzo de 2008

Abismos

Leyendo a Clandestino he recordado mis muchos momentos mirando al abismo. Muchos, demasiados quizás. Pero yo estaba sola. Acompañada pero sola.
Luego, un poco más tarde, dejé de verlo –al abismo- por un tiempo, hasta que se me apareció potente, terrible, amenazador, exigente. Y casi consiguió que sucumbiera a él. Casi. Pero su mano, su mirada, su cuerpo me sujetaron fuerte. Sin tocarme, sin mirarme. Y tuve fuerzas para no sucumbir.
No sé si Clandestino y yo hablamos del mismo abismo. Realmente no lo sé. Posiblemente no, porque mirar al abismo, a nuestros abismos, es algo personal e intransferible. Pero el sentimiento de estar caminando sobre una cuerda floja es, en algún momento, compartido.