Esta mañana me senté en un banco de una estación de metro mientras esperaba a que llegara el tren. A mi derecha había una niña, de unos 12 años quizás, leyendo uno de esos periódicos gratuitos que inundan las mañanas del transporte público.
Me sorprendió gratamente que una niña se interesara por algo diferente a lo que estamos acostumbrados o simplemente que tuviera la inquietud de curiosear las noticias de un periódico. Me sonreí.
Sin que ella se diera cuenta –creo-, la miré de reojillo sin mover la cabeza porque sentía curiosidad por conocer qué estaba leyendo.
Estaba en la sección de anuncios. No quise curiosear más.
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3 comentarios:
Que te voy a contar yo mexileña.. que soy una gata y de las curiosas...
Un saludo por cierto y que sepas que ya te he agregado a los blogs obligados.
"Se vende padre que deja hacerse piercings sin protestar"
Acabo de ver tu comentario gata. Gracias por tu inclusión y saludos para ti también.
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