Me gusta la piel, me gusta mucho su piel.
Pero lo que más me gusta es su espalda. Quedarme mirando sus ligeros pliegues, saborearlo todo con mi mirada.
Espero que nunca le duela tanto como lo que a mí me gusta, porque entonces le dolería mucho, mucho, mucho. Demasiado.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
5 comentarios:
Mientras no haya un látigo por medio, no le dolerá, tranquila.
En estos días que tengo un dolor de espalda terrible, sólo puedo decir que a mí me gustan sus manos (en mi piel).
Las de quién??
Esto se nos va de las manos.
Mariano, estoy con Clandestino: cuéntanos...que nos tienes en ascuas.
Mújol, me encantan tus comentarios...
Siento decepcionaros. Nunca os fieis de un escritor zurdo...
Pero si queréis que me invente una historia, no hay problemas.
A veces lo hago hasta sin ser consciente...
Publicar un comentario