Los balcones tienen sus propias historias…algunas más llamativas que otras, algunas más interesantes que otras. Me encantaría poder preguntarles por ellas, que me contaran aunque fuera un pequeño detalle de su vida, de la gente que les ha pisado, pero sobretodo, conocer la razón por la que soportan el peso de ciertos objetos.
En mi barrio, la Monalisa es la reina de los balcones: desde un balcón de la plaza, me mira siempre que paso, sin pestañear –yo y ella-, descolorida. Y en Barcelona, siempre más glamourosa que Madrid, encontré un maniquí –una maniquí- de cuerpo entero, desnuda, perfectamente colocada para ver la vida pasar.
En Barcelona hasta los maniquíes tienen vida.
lunes, 9 de abril de 2007
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3 comentarios:
De peuqña me encantaba mi balcón. Bueno, en realidad era una terraza, muy estrecha y muy larga. Teníamos muchas plantas, cintas, geráneos, plantas del "dinero". Pero un día el salón se quedó pequeño, y se tiró la terraza para hacer grande el salón. Ya no hay terraza ni plantas. El su lugar está la mesa sobre la que está este ordenador. Como recuerdo a las plantas de la terraza la plantita encima de mi mesa. Sólo queda esto de mi balcón...
De mi balcón cuelgan mis ojos. A veces están quietos como los de un maniquí y otras veces se mueven nerviosos para espiar lo que cuelga de otros balcones.
A mi es que me encantan tus balcones, Mexileña. Y los tuyos, Mariano, y los tuyos.
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