En mi barrio, la Monalisa es la reina de los balcones: desde un balcón de la plaza, me mira siempre que paso, sin pestañear –yo y ella-, descolorida. Y en Barcelona, siempre más glamourosa que Madrid, encontré un maniquí –una maniquí- de cuerpo entero, desnuda, perfectamente colocada para ver la vida pasar.
En Barcelona hasta los maniquíes tienen vida.
3 comentarios:
De peuqña me encantaba mi balcón. Bueno, en realidad era una terraza, muy estrecha y muy larga. Teníamos muchas plantas, cintas, geráneos, plantas del "dinero". Pero un día el salón se quedó pequeño, y se tiró la terraza para hacer grande el salón. Ya no hay terraza ni plantas. El su lugar está la mesa sobre la que está este ordenador. Como recuerdo a las plantas de la terraza la plantita encima de mi mesa. Sólo queda esto de mi balcón...
De mi balcón cuelgan mis ojos. A veces están quietos como los de un maniquí y otras veces se mueven nerviosos para espiar lo que cuelga de otros balcones.
A mi es que me encantan tus balcones, Mexileña. Y los tuyos, Mariano, y los tuyos.
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