Hace mucho tiempo que, en una persona desconocida, no veía unos ojos amables.
Ha sido una tontería, pero estaba en el metro, llegando a mi destino, y me encontraba detrás de dos personas. La más cercana a la puerta, al sentir un movimiento tras ella, me ha mirado, ha hecho un gesto con la cabeza como preguntándome si iba a salir –he contestado de la misma manera afirmativamente- y ha abierto la puerta, ha salido para dejarme pasar, y ha vuelto a entrar.
Sé que es una tontería, pero en el paradigma del desquiciamento madrileño (léase metro de Madrid) no suelen encontrarse miradas amables…
lunes, 23 de abril de 2007
viernes, 13 de abril de 2007
Té y sexo
Ayer amigo 1 trajo té de azafrán y bergamota, y lo probamos los dos. Al terminarlo, se acercó donde yo estaba sentada con amigo 2 y me dijo que no estaba mal, que podría llegar a acostumbrarse.
Amigo 2 dijo que cómo podía ser eso, que no tenía sentido hacer ese esfuerzo si no le había gustado. Amigo 1 le contestó que seguro que no bebía cerveza. Amigo 2 afirmó. Y amigo 1 le dijo que si fuera una tía, sería virgen…(me encanta jugar al tenis en las conversaciones…).
Amigo 2 dijo que en cualquier caso, virgen no sería, pero que de todas maneras, eso es algo natural (refiriéndose, por supuesto, aunque nadie lo dijo ni lo diría nunca a lo largo de la conversación, al sexo. ¿por qué será que siempre que hablamos de sexo sin nombrarlo sabemos de qué estamos hablando?), y que en algún momento le entrarían ganas seguro.
Amigo 1 de repente preguntó si pensábamos que era algo natural –el sexo, no el té- o que quizás teníamos demasiados estímulos por todos los lados para darle la importancia que a día de hoy se el da. Amigo 2 dijo que era algo natural, y yo dije que también (entré boleando...), pero que sí que es verdad que hay mucho mito, mucho bulo…y los tres asentimos. Lo gracioso es que, y los tres lo sabemos, estábamos todos de acuerdo en esto, en lo del bulo y los mitos, pero cada uno estaba pensando en una cosa diferente...
Lo que sí está claro es que todos los caminos llevan al sexo…
Amigo 2 dijo que cómo podía ser eso, que no tenía sentido hacer ese esfuerzo si no le había gustado. Amigo 1 le contestó que seguro que no bebía cerveza. Amigo 2 afirmó. Y amigo 1 le dijo que si fuera una tía, sería virgen…(me encanta jugar al tenis en las conversaciones…).
Amigo 2 dijo que en cualquier caso, virgen no sería, pero que de todas maneras, eso es algo natural (refiriéndose, por supuesto, aunque nadie lo dijo ni lo diría nunca a lo largo de la conversación, al sexo. ¿por qué será que siempre que hablamos de sexo sin nombrarlo sabemos de qué estamos hablando?), y que en algún momento le entrarían ganas seguro.
Amigo 1 de repente preguntó si pensábamos que era algo natural –el sexo, no el té- o que quizás teníamos demasiados estímulos por todos los lados para darle la importancia que a día de hoy se el da. Amigo 2 dijo que era algo natural, y yo dije que también (entré boleando...), pero que sí que es verdad que hay mucho mito, mucho bulo…y los tres asentimos. Lo gracioso es que, y los tres lo sabemos, estábamos todos de acuerdo en esto, en lo del bulo y los mitos, pero cada uno estaba pensando en una cosa diferente...
Lo que sí está claro es que todos los caminos llevan al sexo…
jueves, 12 de abril de 2007
¿Cosas sin importancia?
Aún me dura el disgusto que tuve la semana pasada por un accidente que presencié y en el que, de alguna manera, estuve implicada.
Íbamos de vuelta a casa de una amiga, caminando, tras pasar todo el día fuera. Al pasar por una casa salieron –de una puerta aparentemente abierta- dos perros que se abalanzaron hacia nosotras –éramos tres-, un pastor alemán jovencito y un fox terrier. El pastor alemán nos asustó bastante, porque, como digo, se abalanzó ladrando hacia nosotras, y nos quedamos petrificadas, sin movernos (era un perro bastante grande). Cuando vimos que paró de ladrar y se tranquilizó un poco, seguimos nuestra marcha, pero el perro nos seguía, acercándose demasiado y ladrando y, sinceramente, daba un poquito de miedo. El susodicho perro iba ladrando además a todos los perros de la zona (era una zona de casas, residencial), e iba y venía de nuestro lado, algo agresivo y como perdido, desorientado. Yo en un momento grité hacia la casa de la que habían salido, consultando si era su perro (un poco enfadada), pero nadie contestó, y no quise acercarme a la casa por si el perro sentía que me metía en su terreno y me atacaba.
Bueno, pues tratando de quitarnos al perro de encima (cambiando de acera, acelerando el paso, etc.) me giré un momento y ocurrió algo que no me podía haber imaginado: vi caer al suelo a un motorista y pasar delante de mí, éste y la moto por otro lado (¡qué susto!) a cierta velocidad (era una moto de gran potencia). Acudimos corriendo a socorrerle, muy asustados, y afortunadamente no se dio ningún mal golpe. Se levantó asustado, sin poder hablar y una persona que salió de un coche, y que era de la zona, llamó a la policía. Él pudo llamar a su familia que vino enseguida, asustados. Tenía el pantalón roto y en la rodilla una herida importante, pero aparentemente no se había roto nada. Entre cuatro personas levantaron la moto (imaginaros lo que pesaba…) y enseguida vino la policía. Una de mis amigas vio muy claro que el motorista se asustó por el perro, que iba como loco y pareció echársele encima, y del susto, frenó de golpe, no controló la moto y cayó al suelo(él corroboró esto posteriormente cuando ya se hubo tranquilizado).
Una vez vino la policía, muy rápidamente, nos pidieron los datos para testificar, y fuimos a identificar al perro a la casa de la que había salido (tras el accidente el perro seguía desorientado, en medio de la carretera, provocando un pequeño caos) pero pasado un tiempo desapareció y apareció en la casa de la que había salido, cuando fuimos con la policía a identificarlo. De ella salió un hombre, de unos 75 años, que nos dijo que no entendía cómo el perro –que era de su hijo y su yerna y que no estaban en casa- se había escapado de su casa.
Bueno, el caso es que me sentí fatal porque había sido todo un puñetero accidente, seguramente por un despiste, o porque el perro la había abierto (lo estaban llevando a adiestramiento según dijo). Posiblemente el de la moto denunciaría a los dueños del perro (de hecho dijo que se les iba a caer el pelo…), y el padre de los dueños pasaría un muy mal rato.
No dejo de pensar que si hubiera sido algo más valiente hubiera entrado en la casa para avisar a los dueños del perro al principio. Y nos hubiésemos ahorrado todos este disgusto. Es curioso como una serie de circunstancias que aparentemente no tienen más importancia acaban liando las cosas, y cómo, realmente, estas pequeñas cosas tienen a veces más importancia de lo que pensamos, porque pueden complicar la vida, la nuestra y/o la de otros. Con lo complicada que ya es. Vaya mierda.
Íbamos de vuelta a casa de una amiga, caminando, tras pasar todo el día fuera. Al pasar por una casa salieron –de una puerta aparentemente abierta- dos perros que se abalanzaron hacia nosotras –éramos tres-, un pastor alemán jovencito y un fox terrier. El pastor alemán nos asustó bastante, porque, como digo, se abalanzó ladrando hacia nosotras, y nos quedamos petrificadas, sin movernos (era un perro bastante grande). Cuando vimos que paró de ladrar y se tranquilizó un poco, seguimos nuestra marcha, pero el perro nos seguía, acercándose demasiado y ladrando y, sinceramente, daba un poquito de miedo. El susodicho perro iba ladrando además a todos los perros de la zona (era una zona de casas, residencial), e iba y venía de nuestro lado, algo agresivo y como perdido, desorientado. Yo en un momento grité hacia la casa de la que habían salido, consultando si era su perro (un poco enfadada), pero nadie contestó, y no quise acercarme a la casa por si el perro sentía que me metía en su terreno y me atacaba.
Bueno, pues tratando de quitarnos al perro de encima (cambiando de acera, acelerando el paso, etc.) me giré un momento y ocurrió algo que no me podía haber imaginado: vi caer al suelo a un motorista y pasar delante de mí, éste y la moto por otro lado (¡qué susto!) a cierta velocidad (era una moto de gran potencia). Acudimos corriendo a socorrerle, muy asustados, y afortunadamente no se dio ningún mal golpe. Se levantó asustado, sin poder hablar y una persona que salió de un coche, y que era de la zona, llamó a la policía. Él pudo llamar a su familia que vino enseguida, asustados. Tenía el pantalón roto y en la rodilla una herida importante, pero aparentemente no se había roto nada. Entre cuatro personas levantaron la moto (imaginaros lo que pesaba…) y enseguida vino la policía. Una de mis amigas vio muy claro que el motorista se asustó por el perro, que iba como loco y pareció echársele encima, y del susto, frenó de golpe, no controló la moto y cayó al suelo(él corroboró esto posteriormente cuando ya se hubo tranquilizado).
Una vez vino la policía, muy rápidamente, nos pidieron los datos para testificar, y fuimos a identificar al perro a la casa de la que había salido (tras el accidente el perro seguía desorientado, en medio de la carretera, provocando un pequeño caos) pero pasado un tiempo desapareció y apareció en la casa de la que había salido, cuando fuimos con la policía a identificarlo. De ella salió un hombre, de unos 75 años, que nos dijo que no entendía cómo el perro –que era de su hijo y su yerna y que no estaban en casa- se había escapado de su casa.
Bueno, el caso es que me sentí fatal porque había sido todo un puñetero accidente, seguramente por un despiste, o porque el perro la había abierto (lo estaban llevando a adiestramiento según dijo). Posiblemente el de la moto denunciaría a los dueños del perro (de hecho dijo que se les iba a caer el pelo…), y el padre de los dueños pasaría un muy mal rato.
No dejo de pensar que si hubiera sido algo más valiente hubiera entrado en la casa para avisar a los dueños del perro al principio. Y nos hubiésemos ahorrado todos este disgusto. Es curioso como una serie de circunstancias que aparentemente no tienen más importancia acaban liando las cosas, y cómo, realmente, estas pequeñas cosas tienen a veces más importancia de lo que pensamos, porque pueden complicar la vida, la nuestra y/o la de otros. Con lo complicada que ya es. Vaya mierda.
martes, 10 de abril de 2007
Crónica de un despido improcedente
Y de repente llegó con su guadaña, tan siniestra, por la espalda, sin que ella la viera. Y su mirada y esa ligera caricia en el hombro derecho fueron una pregunta retórica. Ella asintió con alegría: no estaba viendo lo que yo veía. No veía la guadaña, ni la túnica negra, ni la sonrisa que portaba la sentencia dictada hacía unos meses.
Y no la volvimos a ver.
Buena suerte…
Y no la volvimos a ver.
Buena suerte…
lunes, 9 de abril de 2007
Balcones
Los balcones tienen sus propias historias…algunas más llamativas que otras, algunas más interesantes que otras. Me encantaría poder preguntarles por ellas, que me contaran aunque fuera un pequeño detalle de su vida, de la gente que les ha pisado, pero sobretodo, conocer la razón por la que soportan el peso de ciertos objetos.
En mi barrio, la Monalisa es la reina de los balcones: desde un balcón de la plaza, me mira siempre que paso, sin pestañear –yo y ella-, descolorida. Y en Barcelona, siempre más glamourosa que Madrid, encontré un maniquí –una maniquí- de cuerpo entero, desnuda, perfectamente colocada para ver la vida pasar.
En Barcelona hasta los maniquíes tienen vida.
En mi barrio, la Monalisa es la reina de los balcones: desde un balcón de la plaza, me mira siempre que paso, sin pestañear –yo y ella-, descolorida. Y en Barcelona, siempre más glamourosa que Madrid, encontré un maniquí –una maniquí- de cuerpo entero, desnuda, perfectamente colocada para ver la vida pasar.
En Barcelona hasta los maniquíes tienen vida.
miércoles, 4 de abril de 2007
Vecinos de Lavapiés
Es curioso que en ocasiones las instituciones sorprenden gratamente (aunque siguen ganando las veces que lo hacen negativamente).
Ayer envié un correo electrónico a varias áreas del Ayuntamiento de Madrid, y una de ellas me ha contestado hoy. Sé que es una tontería, que aunque te contesten seguramente no solucionen nada, pero la verdad es que esa sensación de que a una le escuchan esos seres que sólo existen en la tele y en la nómina tiene su cosa.
Más me sorprendió en septiembre del año pasado una llamada a mi móvil, de la policía municipal. Claro, mi primera reacción fue pensar que me habían robado el coche, o entrado en mi casa, o cualquier terrible desgracia. Pero no. Resulta que, a raíz de utilizar el servicio de quejas vía internet del Ayuntamiento de Madrid, por un incumplimiento constante y recurrente del horario de carga y descarga frente a mi casa (vamos, que el de la Mahou tiene la sana costumbre de descargar casi 20 barriles de cerveza todos los jueves entre 7 y 8 de la mañana). Bueno, pues me llamaron unas cuantas veces hasta que resolvieron el problema. Impresionante (aunque sólo duró unos meses: el de la Mahou ha vuelto, media hora más tarde, y ahora me debió tocar el funcionario tonto, porque, a pesar de que me llamaron de nuevo, cerraron el expediente porque les dio la gana…sin solucionar el problema, lo cual confirma mi teoría de que son las personas quienes nos ayudan en nuestra vida diaria, y no las instituciones). Pero al menos, algo es algo.
Así que os animo a tod@s a utilizar los sistemas que ponen a nuestra disposición quienes dicen que nos gobiernan, porque a veces, y quizás de forma aleatoria, funcionan (como digo, si tenemos suerte con la persona). Y sólo por intentar que esa aleatoriedad nos toque, tenemos que exigir a los políticos que cumplan con su obligación de velar por nuestros intereses y calidad de vida. Y por eso tenemos que informar a estos señores que hay muchas cosas que no funcionan y que son realmente las que nos afectan en nuestra vida diaria (y no otras cosas que nos intentan vender para justificarse ellos mismos, y son meras patrañas políticas para calentarnos la cabeza).
(dedicado a mis vecinos de Lavapiés)
Ayer envié un correo electrónico a varias áreas del Ayuntamiento de Madrid, y una de ellas me ha contestado hoy. Sé que es una tontería, que aunque te contesten seguramente no solucionen nada, pero la verdad es que esa sensación de que a una le escuchan esos seres que sólo existen en la tele y en la nómina tiene su cosa.
Más me sorprendió en septiembre del año pasado una llamada a mi móvil, de la policía municipal. Claro, mi primera reacción fue pensar que me habían robado el coche, o entrado en mi casa, o cualquier terrible desgracia. Pero no. Resulta que, a raíz de utilizar el servicio de quejas vía internet del Ayuntamiento de Madrid, por un incumplimiento constante y recurrente del horario de carga y descarga frente a mi casa (vamos, que el de la Mahou tiene la sana costumbre de descargar casi 20 barriles de cerveza todos los jueves entre 7 y 8 de la mañana). Bueno, pues me llamaron unas cuantas veces hasta que resolvieron el problema. Impresionante (aunque sólo duró unos meses: el de la Mahou ha vuelto, media hora más tarde, y ahora me debió tocar el funcionario tonto, porque, a pesar de que me llamaron de nuevo, cerraron el expediente porque les dio la gana…sin solucionar el problema, lo cual confirma mi teoría de que son las personas quienes nos ayudan en nuestra vida diaria, y no las instituciones). Pero al menos, algo es algo.
Así que os animo a tod@s a utilizar los sistemas que ponen a nuestra disposición quienes dicen que nos gobiernan, porque a veces, y quizás de forma aleatoria, funcionan (como digo, si tenemos suerte con la persona). Y sólo por intentar que esa aleatoriedad nos toque, tenemos que exigir a los políticos que cumplan con su obligación de velar por nuestros intereses y calidad de vida. Y por eso tenemos que informar a estos señores que hay muchas cosas que no funcionan y que son realmente las que nos afectan en nuestra vida diaria (y no otras cosas que nos intentan vender para justificarse ellos mismos, y son meras patrañas políticas para calentarnos la cabeza).
(dedicado a mis vecinos de Lavapiés)
martes, 3 de abril de 2007
Inocencia
Llevo unos días muy desenganchada de los blogs porque tengo bastante trabajo y un poquito de desgana. Así que ya va siendo hora de imponerme a mí misma…
Ayer, cuando volvía a casa en metro ocurrió algo gracioso. Una chica joven entró con un niño en un carrito. El niño, una vez dentro y cerradas las puertas, comenzó a sondear todo lo que se encontraba al alcance de su brazo…empezó por la mano de un chico que tenía a su izquierda. El chico, al sentir algo que le tocaba, pegó un salto al mismo tiempo que miraba hacia abajo. Vi su cara de tranquilidad (o quizás de decepción) cuando comprobó que no era peligroso y/o interesante. Y apartó la mano de forma que el niño ya no llegaba a tocarle. Acto seguido ocurrió lo más gracioso: el niño alargó la otra mano, la derecha, y se fue directo a por el cercano culo que le rodeaba. El dueño del culo pego un salto mayor que el dueño de la mano, giró su cabeza y al comprobar que no había peligro y/o interés por su parte, volvió a su posición y estado anterior. El niño, dado que el atractivo culo seguía en su mismo sitio, siguió con la faena, cosa que aparentemente gustaba (o no disgustaba) al dueño del culo, porque ni se inmutaba. La madre no hacía más que tratar de parar al niño, pero éste siguió hasta que el dueño del culo salió del vagón (sin inmutarse). En la antigua posición del hombre del culo se puso una señora con una gran bolsa de una tienda, y claro, el niño alargó su brazo hasta que la tocó (la bolsa). Debía de ser muy interesante el tacto, dado que lo vi más insistente que con el culo. Pero me pregunto, ¿cuánto tiempo pasará hasta que el niño se dé cuenta de que es más interesante el tacto de un culo que el de una bolsa (en términos generales, aunque ésa, como dice mi amigo clandestino, es otra historia)? ¿Realmente se dará cuenta? O ¿dado que somos unos locos consumistas, es posible que, cuando crezca, le guste más el tacto de una bolsa que el de un culo?
Por favor, que le guste el culo…
Ayer, cuando volvía a casa en metro ocurrió algo gracioso. Una chica joven entró con un niño en un carrito. El niño, una vez dentro y cerradas las puertas, comenzó a sondear todo lo que se encontraba al alcance de su brazo…empezó por la mano de un chico que tenía a su izquierda. El chico, al sentir algo que le tocaba, pegó un salto al mismo tiempo que miraba hacia abajo. Vi su cara de tranquilidad (o quizás de decepción) cuando comprobó que no era peligroso y/o interesante. Y apartó la mano de forma que el niño ya no llegaba a tocarle. Acto seguido ocurrió lo más gracioso: el niño alargó la otra mano, la derecha, y se fue directo a por el cercano culo que le rodeaba. El dueño del culo pego un salto mayor que el dueño de la mano, giró su cabeza y al comprobar que no había peligro y/o interés por su parte, volvió a su posición y estado anterior. El niño, dado que el atractivo culo seguía en su mismo sitio, siguió con la faena, cosa que aparentemente gustaba (o no disgustaba) al dueño del culo, porque ni se inmutaba. La madre no hacía más que tratar de parar al niño, pero éste siguió hasta que el dueño del culo salió del vagón (sin inmutarse). En la antigua posición del hombre del culo se puso una señora con una gran bolsa de una tienda, y claro, el niño alargó su brazo hasta que la tocó (la bolsa). Debía de ser muy interesante el tacto, dado que lo vi más insistente que con el culo. Pero me pregunto, ¿cuánto tiempo pasará hasta que el niño se dé cuenta de que es más interesante el tacto de un culo que el de una bolsa (en términos generales, aunque ésa, como dice mi amigo clandestino, es otra historia)? ¿Realmente se dará cuenta? O ¿dado que somos unos locos consumistas, es posible que, cuando crezca, le guste más el tacto de una bolsa que el de un culo?
Por favor, que le guste el culo…
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